Sobre la Película: Besos Robados
Tercera aparición de Antoine Doinel tras seis años de reposo, resucitado como problemático elemento de un ejército al que entra por motivos amorosos novelescos y todo un templo cinematográfico a la cotidianeidad, a un universo personal pero común que inspira al público el reconocimiento de sus propias incógnitas vitales en torno a un antihéroe ya irresistible.
Truffaut sigue haciendo de Doinel el intérprete de su propia vida, pero en contraste con el dramatismo de "Los 400 golpes", este film nos presenta a un Jean-Pierre Léaud adulto, desenvuelto en una alegre y fresca comedia meticulosamente narrada, que respira lo cotidiano con una maestría fértil e intachable casi desconocida hasta entonces por el cine.
Película que recrea la mirada, donde las manos temblorosas de un inconfeso homosexual, una emocionante y muda declaración de amor inolvidable con un simple abrebotellas y papeles rotos
o una taza que se vierte a causa de una mujer madura intimidante provocan un sobrecogimiento
sutil en el espectador que asiste a unas escenas tan próximas como su propia vida.
Surgida durante las revueltas juveniles contra de Gaulle, personalmente comprometida al estar dedicada a Henri Langlois, destituido por el gobierno de su puesto en la cinemateca francesa (dedicación sobrescrita en pantalla tras unas puertas cerradas del Musée du cinéma de París), esta décimo segunda película de Truffaut fue un inesperado éxito tanto dentro como fuera de Francia, éxito desconocido para el cineasta desde sus cuatrocientos golpes e igualmente nominada y premiada internacionalmente.
Y como siempre, el amor es el centro de las andanzas parisinas de Doinel que salta de trabajos a
cada cual mas risible, buscando o encontrándose con el amor. Un amor cotidiano hacia una joven Christine Darbon (Claude Jade) , amor de desayuno con tostadas, de besos furtivos en el sótano y otro más carmal e hipnótico hacia una boyante y veterana Fabienne Tabard (Delphine Seyrig), inspirado en "El lirio del valle" de Balzac, libro que Doinel aparece leyendo en la prisión militar y uno de los favoritos de Truffaut.
Sobre la película Domicilio Conyugal
Filmada con el irremediable amor-odio en las relaciones de pareja que consigue Jacques Becker en "Edouard et Caroline" y el encanto de patio vecinal que plasmó Renoir en "Le Crime De Monsieur Lange", la cuarta comparecencia de Doinel continúa con el tono de comedia romántica que tan buenos resultados cosechó en su última aparición "Baisers Volés".
El magnífico ritmo que los grandes clásicos franceses conseguían en sus películas no está muy lejos del que Truffaut alcanza con este film, adorable intento de un cineasta honesto por mostrar desde su más sincera simpatía por el que ya es su personaje por excelencia otros retazos de la vida, en este caso, la convivencia en pareja, el capricho, el hastío emocional, y los encuentros finales con la amistad y como siempre, con la ternura.
Ahora antoine Doinel parece haberse establecido ya en su vida emocional casándose con Christine, pero en lo profesional no da señales de avance: continúa saltando de ocupaciones que van creciendo en su ridiculez. Nuestro contradictorio héroe definitivamente no es ambicioso, aunque es a él al que acuden a pedir un dinero que da gustoso, antihéroe que adora a su mujer aunque no tarda en correr tras una sofisticada oriental -encarnación exótica del capricho- consumando la infidelidad, y también es él quien pide auxilio a su despechada mujer para librarse de su aburrida amante a la que ya no soporta más. Situaciones que en manos de Truffaut cobran la dimensión de el estar contemplando emocionado la realidad, donde ningún personaje es excepcional pero todos nos sobrecogen, donde la gente habla, ríe, miente, discute, ama y se traiciona con naturalidad y acabamos por adoptarlos como lo que Truffaut pretende que sean: vecinos, amantes, amigos, neuróticos, solitarios.
Tercera aparición de Antoine Doinel tras seis años de reposo, resucitado como problemático elemento de un ejército al que entra por motivos amorosos novelescos y todo un templo cinematográfico a la cotidianeidad, a un universo personal pero común que inspira al público el reconocimiento de sus propias incógnitas vitales en torno a un antihéroe ya irresistible.
Truffaut sigue haciendo de Doinel el intérprete de su propia vida, pero en contraste con el dramatismo de "Los 400 golpes", este film nos presenta a un Jean-Pierre Léaud adulto, desenvuelto en una alegre y fresca comedia meticulosamente narrada, que respira lo cotidiano con una maestría fértil e intachable casi desconocida hasta entonces por el cine.
Película que recrea la mirada, donde las manos temblorosas de un inconfeso homosexual, una emocionante y muda declaración de amor inolvidable con un simple abrebotellas y papeles rotos
o una taza que se vierte a causa de una mujer madura intimidante provocan un sobrecogimiento
sutil en el espectador que asiste a unas escenas tan próximas como su propia vida.
Surgida durante las revueltas juveniles contra de Gaulle, personalmente comprometida al estar dedicada a Henri Langlois, destituido por el gobierno de su puesto en la cinemateca francesa (dedicación sobrescrita en pantalla tras unas puertas cerradas del Musée du cinéma de París), esta décimo segunda película de Truffaut fue un inesperado éxito tanto dentro como fuera de Francia, éxito desconocido para el cineasta desde sus cuatrocientos golpes e igualmente nominada y premiada internacionalmente.
Y como siempre, el amor es el centro de las andanzas parisinas de Doinel que salta de trabajos a
cada cual mas risible, buscando o encontrándose con el amor. Un amor cotidiano hacia una joven Christine Darbon (Claude Jade) , amor de desayuno con tostadas, de besos furtivos en el sótano y otro más carmal e hipnótico hacia una boyante y veterana Fabienne Tabard (Delphine Seyrig), inspirado en "El lirio del valle" de Balzac, libro que Doinel aparece leyendo en la prisión militar y uno de los favoritos de Truffaut.
Sobre la película Domicilio Conyugal
Filmada con el irremediable amor-odio en las relaciones de pareja que consigue Jacques Becker en "Edouard et Caroline" y el encanto de patio vecinal que plasmó Renoir en "Le Crime De Monsieur Lange", la cuarta comparecencia de Doinel continúa con el tono de comedia romántica que tan buenos resultados cosechó en su última aparición "Baisers Volés".
El magnífico ritmo que los grandes clásicos franceses conseguían en sus películas no está muy lejos del que Truffaut alcanza con este film, adorable intento de un cineasta honesto por mostrar desde su más sincera simpatía por el que ya es su personaje por excelencia otros retazos de la vida, en este caso, la convivencia en pareja, el capricho, el hastío emocional, y los encuentros finales con la amistad y como siempre, con la ternura.
Ahora antoine Doinel parece haberse establecido ya en su vida emocional casándose con Christine, pero en lo profesional no da señales de avance: continúa saltando de ocupaciones que van creciendo en su ridiculez. Nuestro contradictorio héroe definitivamente no es ambicioso, aunque es a él al que acuden a pedir un dinero que da gustoso, antihéroe que adora a su mujer aunque no tarda en correr tras una sofisticada oriental -encarnación exótica del capricho- consumando la infidelidad, y también es él quien pide auxilio a su despechada mujer para librarse de su aburrida amante a la que ya no soporta más. Situaciones que en manos de Truffaut cobran la dimensión de el estar contemplando emocionado la realidad, donde ningún personaje es excepcional pero todos nos sobrecogen, donde la gente habla, ríe, miente, discute, ama y se traiciona con naturalidad y acabamos por adoptarlos como lo que Truffaut pretende que sean: vecinos, amantes, amigos, neuróticos, solitarios.
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